Melba Santana vio a su esposo por última vez el pasado mes de mayo de 2008. Nos contó que las visitas matrimoniales son cada cuatro meses. Alfredo se encuentra en una cárcel con 50 presos comunes, totalmente hacinado. No se le puede llevar ningún  tipo de literatura. Cuenta con asistencia médica, pero cuando requiere de medicamentos, éstos deben ser conseguidos por su esposa, y dado que éstos no pueden conseguirse en Cuba, Melba debe tratar de obtenerlos del exterior.

 

Alfredo puede hablar 20 minutos por teléfono cada semana, los utiliza para comunicarse con su familia (esposa e hijos), así como con sus hermanos.

 

Melba manifestó que los elementos de higiene escasean, y su costo es elevado. Por encontrarse alejada de la ciudad, el costo del transporte es altísimo, y el poco dinero que logra ahorrar no le permite movilizarse más que esporádicamente. Son preciadas las  pilas y radios debido a que son el único medio de comunicación con el exterior que posee, pero estas se agotan y las radios son muy viejas y se rompen.

 

Antes de que su marido se encontrase preso, Melba fue secretaria, pero una vez que Domínguez Batista cayó preso, fue reasignada a empleada de limpieza. Luego, a pedido de su marido, decidió dedicarse a la cría de cerdos (carne preciada por su valor). En estos momentos recibe dinero de los exiliados que solidarizados con su situación, mes a mes le envían 40 dólares.

 

Un mensaje sumamente valioso que quiso compartir con nosotros, fue que cuando fue chica conoció el régimen capitalista. Pero ilusionada con el régimen comunista, se esperanzó en sus inicios, pues pensó que sería una libertad de los pobres, así como fuente de oportunidades de trabajo. Eso con el tiempo se convirtió en lo opuesto, ya que no permitió oportunidades de cambio, no fueron respetados los derechos humanos, y la persona se convirtió en esclava del sistema opresor.

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